ADVERTENCIA: El siguiente relato contiene fragmentos eróticos que pueden resultar “no aptos” u ofensivos (?) para personas sensibles. Hecha la aclaración, no hay reclamo posterior, he dicho!
Corrían los años en los que me desempeñé como aya ("niñera" pa' los amigos); entre otras cosas, mi labor consistía en esperar el horario de salida del colegio, retirar a los niños y llevarlos a su casa para darles el almuerzo, aguardando el regreso de la madre. Pero yo podía disponer de mi tiempo con total libertad durante la estadía de los críos en el establecimiento educativo (fa, qué nivel!) - e incluso quedarme en su casa si así lo deseaba -, con el consentimiento de los padres (mis jefes, claro está).
Faltaban aún un par de horas para encaminarme hacia la escuela a buscarlos y era esa una mañana de diciembre muy calurosa... a ver si me explico... MUY CALUROSA... No había en el dichoso departamento manera tradicional alguna de disminuir la temperatura ambiental (luz cortada en todo el edificio, y por consiguiente el agua)... ergo: ni ventilador, ni ducha, ni nada...
Se tornó imprescindible encontrar alguna solución, y lo mejor que pude hacer fue despojarme salvajemente de la ropa, que tenía ya adherida a la piel a causa del sudor... Acto seguido, fui hacia la heladera, y extraje una cubetera del freezer, volcando en un vaso los cubitos que permanecían todavía congelados. Me dirigí a la ventana, por la cual entraba una leve brisita... y me instalé ahí, desnuda sobre unos almohadones (los sillones estaban lejanos), a disfrutar del aire que serpenteaba fresquito por los senderos de agua helada que había dejado el hielo al escurrirlo por los pliegues de mi cuerpo. Primero fueron los hombros y el cuello, una especie de danza sensual ardiente y helada a la vez... que de a poco iba deslizando con la mano derecha por mi abdomen, deteniéndome en el ombligo (sin pelusa)... luego un salto hacia los tobillos, la parte posterior de las rodillas (hueco poplíteo =P), acariciando los muslos en un lento ascenso hacia el monte de Venus... En ese instante, tomé con la otra mano también un hielo, y empecé a recorrer las partes más prominentes de mi torso, sintiendo cómo se iban endureciendo los vértices de mis pechos entre mis pulgares-índices y el frío del cristalito gélido, cada vez más derretido...
Obnubilada así en una suerte de ardor glacial, cuando estaba ya a punto de la auto fricción, al borde del inicio de la embriaguez y de la conjunción de sendos caminos helados... de pronto me percaté que en la terraza vecina se encontraba una señorita - muy bonita ella - tomando plácidamente sol casi en topless (aclaro que el edificio lindante estaba a escasos metros de donde me encontraba yo)... Evidentemente debieron llamarle poderosamente la atención mis movimientos detrás de las translúcidas cortinas - que jugueteaban con mi anatomía seducidas por el viento (¿o era al revés?) -, ya que me clavó su mirada y se quedó ahí, observándome estupefacta...
Nos miramos fijamente a los ojos por unos segundos que parecieron siglos. No sé si fue el hecho de habernos descubierto mutuamente “en falta”, si fue la sensación de una conexión implícita entre ambas por hallarnos en condiciones tan similares, o quizás esa veta que llevamos todos los humanos de atracción por el mismo sexo... pero lo cierto es que en ese preciso instante, ella comenzó a manosearse íntegramente, de manera grosera y ostentosa... haciendo volar la bikini por los aires... Al verla en tal condición, sentí cómo iba creciendo pudorosamente la excitación en mí, sin poder contenerla ni por asomo... Y casi como una autómata, comencé yo también a masturbarme perdiendo completamente la noción del lugar y del tiempo: los dedos, lenguas y afines de ambas no daban abasto ante tal banquete de estímulos sensoriales... Mi transpiración mezclada con el agua ya tibia que una vez había sido hielo... la de ella que yo adivinaba confundida con los restos del bronceador que hubiera deseado ardorosamente aplicarle... Y así seguimos sin detenernos ni un instante, sin dejar de devorarnos con la mirada, jadeando y respirando dificultosamente a causa del placer compartido... hasta que en el mismo y preciso momento cerramos los ojos, y casi como un relámpago auditivo se pudo escuchar un único y penetrante gemido de éxtasis combinado...
Volvimos a mirarnos, sonreímos, ella me guiñó un ojo y yo le soplé un beso...
Miré el reloj, me vestí, y fui corriendo a buscar a los chicos, que estaban a punto de salir del colegio.
Al volver miré una vez más por la ventana, pero no quedaba en la azotea ni la sombra de esta muchacha...
Fue para mí una experiencia tan intensa y exótica, que jamás me animé a contársela a nadie. A ella nunca volví a verla... tampoco sé qué hubiera pasado si la encontraba por ahí...
Lo que sí me dio un poquito de vergüenza, fue cuando delante de la madre, Fulanito me preguntó por qué estaba todo salpicado el almohadón al lado de la ventana...
Corrían los años en los que me desempeñé como aya ("niñera" pa' los amigos); entre otras cosas, mi labor consistía en esperar el horario de salida del colegio, retirar a los niños y llevarlos a su casa para darles el almuerzo, aguardando el regreso de la madre. Pero yo podía disponer de mi tiempo con total libertad durante la estadía de los críos en el establecimiento educativo (fa, qué nivel!) - e incluso quedarme en su casa si así lo deseaba -, con el consentimiento de los padres (mis jefes, claro está).
Faltaban aún un par de horas para encaminarme hacia la escuela a buscarlos y era esa una mañana de diciembre muy calurosa... a ver si me explico... MUY CALUROSA... No había en el dichoso departamento manera tradicional alguna de disminuir la temperatura ambiental (luz cortada en todo el edificio, y por consiguiente el agua)... ergo: ni ventilador, ni ducha, ni nada...
Se tornó imprescindible encontrar alguna solución, y lo mejor que pude hacer fue despojarme salvajemente de la ropa, que tenía ya adherida a la piel a causa del sudor... Acto seguido, fui hacia la heladera, y extraje una cubetera del freezer, volcando en un vaso los cubitos que permanecían todavía congelados. Me dirigí a la ventana, por la cual entraba una leve brisita... y me instalé ahí, desnuda sobre unos almohadones (los sillones estaban lejanos), a disfrutar del aire que serpenteaba fresquito por los senderos de agua helada que había dejado el hielo al escurrirlo por los pliegues de mi cuerpo. Primero fueron los hombros y el cuello, una especie de danza sensual ardiente y helada a la vez... que de a poco iba deslizando con la mano derecha por mi abdomen, deteniéndome en el ombligo (sin pelusa)... luego un salto hacia los tobillos, la parte posterior de las rodillas (hueco poplíteo =P), acariciando los muslos en un lento ascenso hacia el monte de Venus... En ese instante, tomé con la otra mano también un hielo, y empecé a recorrer las partes más prominentes de mi torso, sintiendo cómo se iban endureciendo los vértices de mis pechos entre mis pulgares-índices y el frío del cristalito gélido, cada vez más derretido...
Obnubilada así en una suerte de ardor glacial, cuando estaba ya a punto de la auto fricción, al borde del inicio de la embriaguez y de la conjunción de sendos caminos helados... de pronto me percaté que en la terraza vecina se encontraba una señorita - muy bonita ella - tomando plácidamente sol casi en topless (aclaro que el edificio lindante estaba a escasos metros de donde me encontraba yo)... Evidentemente debieron llamarle poderosamente la atención mis movimientos detrás de las translúcidas cortinas - que jugueteaban con mi anatomía seducidas por el viento (¿o era al revés?) -, ya que me clavó su mirada y se quedó ahí, observándome estupefacta...
Nos miramos fijamente a los ojos por unos segundos que parecieron siglos. No sé si fue el hecho de habernos descubierto mutuamente “en falta”, si fue la sensación de una conexión implícita entre ambas por hallarnos en condiciones tan similares, o quizás esa veta que llevamos todos los humanos de atracción por el mismo sexo... pero lo cierto es que en ese preciso instante, ella comenzó a manosearse íntegramente, de manera grosera y ostentosa... haciendo volar la bikini por los aires... Al verla en tal condición, sentí cómo iba creciendo pudorosamente la excitación en mí, sin poder contenerla ni por asomo... Y casi como una autómata, comencé yo también a masturbarme perdiendo completamente la noción del lugar y del tiempo: los dedos, lenguas y afines de ambas no daban abasto ante tal banquete de estímulos sensoriales... Mi transpiración mezclada con el agua ya tibia que una vez había sido hielo... la de ella que yo adivinaba confundida con los restos del bronceador que hubiera deseado ardorosamente aplicarle... Y así seguimos sin detenernos ni un instante, sin dejar de devorarnos con la mirada, jadeando y respirando dificultosamente a causa del placer compartido... hasta que en el mismo y preciso momento cerramos los ojos, y casi como un relámpago auditivo se pudo escuchar un único y penetrante gemido de éxtasis combinado...
Volvimos a mirarnos, sonreímos, ella me guiñó un ojo y yo le soplé un beso...
Miré el reloj, me vestí, y fui corriendo a buscar a los chicos, que estaban a punto de salir del colegio.
Al volver miré una vez más por la ventana, pero no quedaba en la azotea ni la sombra de esta muchacha...
Fue para mí una experiencia tan intensa y exótica, que jamás me animé a contársela a nadie. A ella nunca volví a verla... tampoco sé qué hubiera pasado si la encontraba por ahí...
Lo que sí me dio un poquito de vergüenza, fue cuando delante de la madre, Fulanito me preguntó por qué estaba todo salpicado el almohadón al lado de la ventana...
13 comentarios:
veo que nadie tuvo PELOTAS para firmar todavia... o tanto tiempo libre como yo, como sea... luego de leer eso todos los q viven en un depto se van a comprar largavistas y van a estar ATENTI! yo ya tengo largavistas... pero no vivo en depto, ni mucho menos estoy atenti.
Como sea, vuelvo a mi estado de loto en el "TRABAJO" adio!
kenny: Jajaja... yo pensé lo mismo que vos... se quedaron todos medio estupefactos en una mezcla de goce, pudor y temor, al leer... Por eso ni los grillos se oyen por aquí... En fin, lo felicito por romper el hielo (cuac!)
a ver ... nos disonemos a leer el relato que arrancaaaaa con advertencia de terror...
ah bueno pilcha pegada sudor cubitos ahg agh aaaaaarggghhh ( 16 minutos mas tarde)...
me kiero disfrazar de almuadonnnnnnnn ( trece minutos mas tarde)...
naaaaaaaaaaa
me voy a la remierda ( tres horas mas tarde, tres puertas rotas y la heladera vacía de cubitos)...
no se puede...
aconsejo a los trabajadores de internet que no realizen ciertas visitas a blogs que atentan contra la salud mental de estos pobres humanos...
por otro lado...
si esto no es ensañarse con la gente ... los déspotas ... DONDE ESTAN???
Ah... por favor en que pupo se venden las entradas???
el grillito? no hizo comentarios???
SE MURIO EN LA CUEVA!!!!
(veremos que dice la autopsia)
Dulcinea.. me das tu autógrafo?
aia... aún me duele... (seis horas mas tarde)
--- convengamos qu edebo ser mas suave conmigo mismo ---
lecant x 3: (diez horas más tarde) ...pst, oiga ...cálmese ...Tanto romper puertas, se le hizo un chichón, venga que le pongo un hielito =P
En otro orden de cosas: JAJAJAJAJAJA ...me hizo morir de risa con sus comentarios, debo aplaudir su ingenio ...CLAP CLAP!
Eso sí... llego a ver cerca un almohadón movedizo, y corro como alma que lleva el Diablo!
mirtita: Mi querida... encantada! ...venga que le hago un tattoo helado con mi firma en donde más le guste ;)
Muack!
BRRRRRRRRRRRR!!!
en de repente me dió como un calofríos por todo el cuerpo!! y eso que hace la calor!
mirtita: Usté ya sabe, lo que mata es la calor... yo ya me vengo medio mariada, vio? ...Pero no se priocupe por lo' calofríosss, son normale' en lo' primero' tatuse helado... hasta que siacostumbra la carne, vio? =P
Eso sí: señores funcionarios, bajen la temperatura ambiental ya... mierda, carajo!
Saludos a toda la comunidad cibernáutica de este acogedor sitio. Debuto en este blog, y nada más y nada menos me ha tocado hacerlo con este “conmovedor” relato!!!! Es que no merece que pase por alto tan fogosa historia. Si el objetivo de la misma era “mani-pular” al lector y llevarlo a un estado de éxtasis y excitación total, pues bien, lo ha sabido lograr de manera increíble. Claro, todo está bien si uno lo lee en condiciones adecuadas para disfrutar de este tipo de lecturas, pero la cosa se complica cuando uno, aún siendo advertido por el mismo relato (líneas que incitan a la lectura inmediata de la sofocante narración), lo hace en un Colegio Religioso. Y bueno tendrá que disculparme el pobre educando que al entrar a la secretaría me vio pegado a la pantalla con los ojos rojos, mi boca semi abierta producto de la caída involuntaria de mi mandíbula y ese pequeño hilito de fluido salival haciendo zanja en el soporte del teclado, y mi voz de “opa” diciéndole “Volvé en otro momento”.
Mi Dulcinea, ahora entiendo su obsesión por el hielo. Qué recuerdo !!! Igualmente permítame confesarle que viniendo de Ud. esta historia no me ha causado sorpresa, pero gracias por compartirlo con nosotros. Ahora queremos más !!!!!
Felicitaciones por el Blog !!!
lemon: Admito que al leer sus primeras líneas me encontraba algo despistada respecto a su identidad... pero al continuar con la lectura, finalmente llegó la luz (una tirando al ámbar, por cierto) ...Y la verdad es que ya estaba añorando su participación en este espacio, parece que hay que estimularlo a usted con esta clase de relatos para que se avenga al comentario... Pues, siendo así, prometo que habrá mucha más pimienta por aquí... aunque, conociéndolo, es probable que usted prefiera algo de azafrán...
Beso con yelo... digo, hielo...
P.D.: Saludos a Sasha, Sissí y a 'ese' que se formó alrededor de su teclado ;)
Ya me estoy comprando unos buenos largavistas para ver que timbre voy a tocar.
Cuidate!!!
deditos: Mire, tiene dos timbres para elegir: derecho y/o izquierdo... Digo, porque el edificio de esta muchacha se encontraba al lado de donde trabajaba yo, y todo depende del sistema de coordenadas utilizado, obviamente... ¿Cómo, usted creyó que yo me refería a otra cosa?.
Eso sí, si algún día con el largavista llega a ubicar a la chica en cuestión, hágame el favor de avisarle que algunas semanas le dedico uno... un saludo en la radio, claro... ¡¿Y ahora qué pensó...?!
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