Queríamos un sábado tranqui pues, veníamos de varios fines de semana bastante intensos. Así que con M. decidimos simplemente pasar la noche viendo unas pelis. Nos encaminamos con paso resuelto hacia el videoclub amigo (amigo de dejarte en bancarrota, claro... ‘josdeputa!), sin tener idea alguna del film a elegir. Una vez allí, perdidas entre anaqueles de múltiples sensaciones de celuloide, emprendimos la búsqueda vaga. En ese momento sonó mi celular, y mientras yo hablaba con D. de frustrados encuentros en la tienda de videos “Delacuadra”, vi a M. acercándose a mí, haciéndome caras y señas algo grotescas. Alcancé a descifrar leyéndole los labios: “acomodate los ###### (interferencia) si querés...” (?). Me despedí de D., y acto seguido eché un vistazo por detrás del hombro de M....
¿Cómo explicar el talante del espectáculo que estábamos observando? Haré mi mejor intento:
Muchacho alto y considerablemente buenmozo - al que llamaremos “Manuelo” -, mirando de manera insistente en dirección nuestra, con destellos de lujuria en los ojos. En un principio una podría sentirse halagada, ciertamente... Pero hete aquí que Manuelo no sólo ejercitaba la vista en nuestra presencia... no, no, claro que no... El señorito en cuestión también entrenaba su manito derecha, le hacía ensayar “abdominales” moviendo arriba y abajo sus falanges... sosteniéndose juntas ellas sobre el pantalón, para practicar agarraditas del “potro” una rutina que bien hubiera podido despertar la envidia desmedida de la misma Nadia Comaneci (sólo por la tenacidad en el adiestramiento, ya que “el sujeto” no calificaba ni para un cuatro). Aparentemente Manuelo pretendía - sin éxito - disimular sus fechorías, por tanto ponía caras de lascivo aunque desentendido... “como quien no quiere la cosa”... ¡caradura!... (Bah, no era la cara precisamente... y ni falta hace que aclare más). El tema es que a M. y a mí nos produjo tal tentación de risa, que tuvimos que escondernos agachadas simulando buscar un video en las repisas bajas, para poder largar la carcajada contenida. Pero luego la cosa pasó de castaño oscuro, porque Manuelo comenzó a rastrearnos y a seguir “distraídamente” todos nuestros pasos en el local. Reconozco que ahí ya dejó de causarme gracia, para provocarme cierto fastidio. Así que, nuestra acertada estrategia fue separarnos... de ese modo logramos despistarlo.
Manuelo se esfumó del lugar sin dejar vestigios de su persona (¡MENOS MAL!), pero en nosotras plasmó una doble y conocida impronta que prevalecerá por siempre: “más vale pájaro en mano, que cien volando”... y “pájaro que comió, ¡voló!”.
¿Cómo explicar el talante del espectáculo que estábamos observando? Haré mi mejor intento:
Muchacho alto y considerablemente buenmozo - al que llamaremos “Manuelo” -, mirando de manera insistente en dirección nuestra, con destellos de lujuria en los ojos. En un principio una podría sentirse halagada, ciertamente... Pero hete aquí que Manuelo no sólo ejercitaba la vista en nuestra presencia... no, no, claro que no... El señorito en cuestión también entrenaba su manito derecha, le hacía ensayar “abdominales” moviendo arriba y abajo sus falanges... sosteniéndose juntas ellas sobre el pantalón, para practicar agarraditas del “potro” una rutina que bien hubiera podido despertar la envidia desmedida de la misma Nadia Comaneci (sólo por la tenacidad en el adiestramiento, ya que “el sujeto” no calificaba ni para un cuatro). Aparentemente Manuelo pretendía - sin éxito - disimular sus fechorías, por tanto ponía caras de lascivo aunque desentendido... “como quien no quiere la cosa”... ¡caradura!... (Bah, no era la cara precisamente... y ni falta hace que aclare más). El tema es que a M. y a mí nos produjo tal tentación de risa, que tuvimos que escondernos agachadas simulando buscar un video en las repisas bajas, para poder largar la carcajada contenida. Pero luego la cosa pasó de castaño oscuro, porque Manuelo comenzó a rastrearnos y a seguir “distraídamente” todos nuestros pasos en el local. Reconozco que ahí ya dejó de causarme gracia, para provocarme cierto fastidio. Así que, nuestra acertada estrategia fue separarnos... de ese modo logramos despistarlo.
Manuelo se esfumó del lugar sin dejar vestigios de su persona (¡MENOS MAL!), pero en nosotras plasmó una doble y conocida impronta que prevalecerá por siempre: “más vale pájaro en mano, que cien volando”... y “pájaro que comió, ¡voló!”.
En fin... sólo me queda aclarar - por las dudas - que las películas alquiladas fueron “Madagascar” y “Más allá de la muerte”; en cuanto a la segunda: me resultó más entretenido el encuentro con Manuelo...
8 comentarios:
Aguante los pingüinos!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
¨ce_: I want to move it, move it! I want to move it, move it!... ¡Quiero mover el bote! ¡Quiero mover el bote! =D
(Mientras sean pingüinos y no gansos...)
Mirá que interesante situación !!! Ustedes fueron a alquilar una película, y el tipo se hizo la película con ustedes, y encima le salió gratis. Ah !!! Quizás por eso empezó a seguirlas, seguramente quería pagarles por el servicio y darles en agradecimiento un fuerte apretón de manos. Jajaja !!!! De todos modos, tienen que entender al pobre cristiano que al ver dos bellezas juntas desbordó en un involuntario deseo de lujuria y bue, se le fue la situación de las manos, o mejor dicho, se le fueron las manos a la situación. Háganse cargo chicas !!!!!!
lemon: Welcome to "Bizarre World"... Juro - y hablo por mí, pero sé que M. piensa exactamente igual que yo - que si el zapallo ese hacía un mínimo atisbo de estrechar las manos, en una toma doble de karate improvisado salía despedido de Blockbuster cual diarrea estival. La misma Uma T. nos hubiera mirado sorprendida - y algo asustada - desde las cajitas de "Kill Bill... I y I", por tal peripecia.
En fin... para hacer autocrítica, comento que acabo de recordar cierto post publicado en este mismo blog, y otra conocida frase acudió a mi mente: No mires la paja en el pantalón aj... digo, el ojo ajeno!
Beso =)
Fe de erratas: Donde dice "Kill Bill... I y I", debería figurar "Kill Bill... I y II". Juro que cuando previsualicé el comment, estaba escrito tal como corresponde.
[switch off "X-Files" music]
m.: 100% de acuerdo contigo... lo más desopilante de nuestra historia, sin duda fueron las caras que ponía Manuelo dejando sus ojos en blanco al entrar en trance.
A mi criterio, todo esto merece una seria reflexión:
- Alquiler de dos películas en Blockbuster, $10
- Golosinas varias para hacer más amena aún la noche, $5
- Presenciar un Manuelo en vivo y en directo... no tiene precio... (y eso que nosotras no pagamos con Master)
Que groso, Manuelo! Al tipo le importaba un carajo el contexto, el lugar, nada... Un tipo "simple" que le dicen. Uno se la pasa buscando momentos, situaciones... No, la posta es donde sea, seguir los deseos!
Una lección de vida.
sebastian: Mirá... "grosso", lo que se dice "GROOOOOSSO"... nah, el tipo no era =D
Coincido con lo de seguir los deseos... Ahora, lo de "donde sea" me preocupa un poco... Imaginate si no la pululación de Manuelos que podría producirse en la sociedad... encontrar un reducto que permanezca higiénico en la ciudad, sería como "buscar una aguja en un PAJAR" (cuac!)
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